Podría haber esquivado todos tus puñales directos a mi pulmón izquierdo, pero decidí ser la suela de tus zapatos para no separarme jamás de ti, para no dejar que mis manos parasen de bailar sobre el carro de tu cuerpo, me he entretenido en pegarle bocados a la vida, en actuar como la payasa, en querer ese diamante brillante, pero duro, sin posibilidad de raspar...y ahora te digo que me has pulido tanto que no queda más que polvo de talco entre tus párpados. Te quise a mi lado por si sufría avería...pero hoy soy el rival más débil dentro de mis pantalones...ahora voy en busca de aire, no quiero que vengan manos a cobrarme, me quedo en el festín de mi incertidumbre, con las cicatrices curadas y que tanto me gusta lamer. El tequila con sal y limón es una buena cura...